Planificación sostenible del agua

Por Jorge Olcina. La trasposición de las normativas hídricas europeas han resultado fundamentales para avanzar en la gestión sostenible del agua en España y en una planificación de los recursos cada vez más consciente de la incertidumbre que nos trae el cambio climático. Fuente El Ágora

La entrada de España en la Unión Europea ha supuesto un avance real en las políticas ambientales de nuestro país. La trasposición de las directivas europeas de carácter ambiental ha movilizado este “sector”, animando la aprobación de normativas y políticas estatales o, en nuestro caso, regionales, que han venido a complementar las determinaciones europeas.

En materia hídrica dos directivas han resultado fundamentales para el cambio en la manera de hacer de nuestro país en este tema. La Directiva 60/2000, que establece los principios de la planificación del agua bajo criterios de sostenibilidad ambiental y económica; y la Directiva 60/2007, que fija los criterios para la reducción del riesgo de inundación en el territorio europeo a partir de la implantación de medidas de planificación territorial.

Las dos normas europeas, que ya han sido implantadas en el sistema jurídico español, tienen efectos palpables en la planificación y gestión del agua de nuestro país. La planificación hidrológica, que se realizar a partir de la elaboración de los planes de las 25 demarcaciones hidrográficas españolas tiene establecido un calendario de ejecución según los ciclos hidrológicos establecidos desde Europa.

En estos momentos llevamos tres planes hidrológicos de cuenca elaborados (2009-15; 2015-21; 2021-27). Especialmente en los dos últimos se han introducido proyecciones ajustadas sobre el impacto del cambio climático en los recursos hídricos de nuestro país, a partir de los trabajos elaborados por el CEDEX. Se trata estudios cada vez más precisos y preocupantes sobre el efecto en las precipitaciones del proceso actual de calentamiento climático, que va a suponer reducción de recursos más notables en el sur y sureste peninsular.

«En España desconocemos con detalle la totalidad de recursos de agua existentes y, sobre todo, el gasto concreto por los diferentes sectores»

Asimismo, estos planes de demarcación hidrográfica incluyen apartados sobre la huella hídrica, concepto necesario en la planificación sostenible del agua, porque el gasto del agua no solo debe incluir los recursos propios sino los ajenos que se utilizan para la elaboración de producciones que se consumen en el territorio de planificación. Es un indicador de sostenibilidad ambiental y territorial que debe contemplarse en el diseño de políticas del agua.

Puede resultar fuerte esta afirmación, pero en España desconocemos con detalle la totalidad de recursos de agua existentes y, sobre todo, el gasto concreto por los diferentes sectores económicos y ambientales. Especialmente, es incierto el dato de gasto de agua en la agricultura que, además, es el sector de más recursos hídricos consume. Así como el consumo urbano cuenta con contadores para medir el consumo que se lleva a cabo, -no sin que no haya problemas de pérdidas u obsolescencia de infraestructuras que impiden un control total del agua que gasta un núcleo urbano-, el regadío de nuestro país necesita fuertes inversiones para la mejora de sistemas de riego, para ganar en eficiencia, y para la instalación de contadores a pie de parcela para contabilizar el agua real consumida.

La realidad es que la planificación del agua agraria en nuestro país sigue basándose en gran medida en los volúmenes de agua que fueron concedidos en su momento, pero que en muchos casos se han dejado de utilizar por falta de rentabilidad de los cultivos practicados. O, en el caso contrario, no se contabiliza el gasto de agua en regadíos no legalizados que emplean recursos fantasma (pozos o  desaladoras propias sin registro oficial, por ejemplo).

«El riesgo de inundaciones se incrementa por las acciones del ser humano sobre el espacio geográfico»

En el caso de las inundaciones, la implantación de la Directiva 60/2007 ha permitido inaugurar en toda Europa una nueva manera de abordar el problema de las crecidas fluviales y sus efectos territoriales. En lugar de apostar casi de forma única por las obras de infraestructura hidráulica para contener las crecidas (presas, encauzamientos), se ha abierto la puerta a las acciones de planificación territorial para reducir el riesgo de inundaciones, en muchas ocasiones incrementado por las acciones del ser humano sobre el espacio geográfico.

En efecto, las ocupaciones indebidas de los espacios inundables con infraestructuras, transformaciones agrarias, equipamientos y viviendas es el gran problema que existe en los países europeos, también en España, en relación con el grado elevado de riesgo frente a inundaciones que se registra en numerosas regiones o localidades.

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Calles inundadas en Burlada, Navarra, diciembre 2021 | Foto: EFE/ Villar Lopez

Frente a ello lo más efectivo es la localización precisa de las zonas problemáticas a partir de la elaboración de mapas de peligrosidad y riesgo; y la adopción de medidas para la desocupación planificada de espacios de inundación invadidos indebidamente, o de prohibición de implantación de nuevos usos del suelo en dichas áreas de riesgo.

Estos son principios contenidos en la mencionada Directiva de inundaciones, que ha sido adaptada a la normativa española y complementada, afortunadamente, con normas y planes de reducción del riesgo de inundación mediante ordenación del territorio elaboradas por las comunidades autónomas en nuestro país. Recordemos que las competencias de planificación territorial en España están transferidas a las regiones que son las encargadas de llevar a cabo una ordenación sostenible de los territorios. Y en estos procesos la planificación del agua, en sus recursos existentes y en sus riesgos manifiestos, es un elemento fundamental de su infraestructura verde (o azul como se denomina en algunas Comunidades Autónomas).

«La planificación basada en la oferta continuada de recurso se pone cada vez más en cuestión»

En el tercer decenio del siglo XXI, no se entiende un territorio en nuestro país que no tenga bien planificado sus recursos y usos del agua. Siempre bajo principios de sostenibilidad que implica una atención primera a la gestión de sus demandas, para evitar despilfarros y usos indebidos. Además, en el contexto actual de cambio climático, con las incertidumbres existentes sobre los recursos pluviométricos, la planificación basada en la oferta continuada de recursos -procedimiento tradicional en la historia reciente de planificación hidrológica en España- se pone cada vez más en cuestión debido, justamente, al carácter incierto de las entradas -lluvia y nieve- al sistema y la mayor evaporación prevista en relación con el aumento de las temperaturas.


Jorge Olcina es catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante.


Tags: huella hídrica mapas de riesgo de inundación planificación hidrológica Planificación urbanística


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