¿Cómo cambiará la manera de producir y consumir plásticos?

Por Gabino Rebagliati, www.ambito.com

Durante las últimas semanas estuvo en debate la Ley de Envases, lo cual habilita a plantear una discusión muy interesante, como por ejemplo: ¿cómo vamos a cambiar la manera en la que consumimos y producimos plásticos en el siglo XXI?

Más allá de mi opinión sobre la ley, creo que el eje tiene que estar puesto en cómo vamos a cambiar la manera en la que producimos, siendo que cada año producimos más de 350 millones de toneladas de plástico y 9 millones terminan en los océanos.

¿Cómo cambiará la manera de producir y consumir plásticos?

Y acá es donde entra todo el potencial de los bioplásticos. Plásticos que no tienen origen fósil, que no vienen del petróleo y que se pueden hacer a partir de extraer azúcar de plantas como el maíz y la caña de azúcar o de microorganismos.

National Geographic ya comenzó a hablar de su potencial en el 2018, planteando que “aproximadamente el ocho por ciento del aceite del mundo se usa para fabricar plástico, y los defensores de los bioplásticos a menudo promocionan una reducción en este uso como un beneficio importante.

Este argumento se basa en la idea de que si un artículo de plástico libera carbono una vez que se desecha, a medida que se degrada, los bioplásticos agregarán menos carbono a la atmósfera porque simplemente están devolviendo el carbono que las plantas absorbieron mientras crecían (en lugar de liberar carbono que previamente había quedado atrapado bajo tierra en forma de petróleo).

Cuando empezaron a producirse, surgió un debate sobre si estaba bien destinar parte de la producción de alimentos a otra cosa que la alimentación humana. Pero, 1) los materiales biológicos son renovables, y 2) se pueden hacer de otras fuentes que los alimentos.

En Grupo Bioceres, INMET (Ingeniería Metabólica) está desarrollando bioplásticos a partir de materiales industriales contaminantes como la glicerina cruda o residuos de la industria del alcohol. De esa manera, productos que antes eran considerados basura, ahora se transforman.

Los bioplásticos que hace INMET se fabrican a partir de bacterias que consumen esos subproductos industriales y los transforman. Es decir, participan de la economía circular, representando un cambio real en la manera en la que producimos (más información: inmet.com.ar).

También son mejores para el ambiente que los de origen fósil porque no agregan nuevo carbono a la atmósfera y son biodegradables. Los plásticos convencionales, por el contrario, liberan a la atmósfera el carbono que estaba bajo tierra en forma fósil.

Hay otros desarrollos argentinos que van en el mismo sentido, por ejemplo BIOP SA, que también produce plásticos degradables a partir de productos biológicos, como azúcares, aceites, proteínas que se obtienen de cultivos y bacterias.

En conclusión, tenemos que transformar nuestra matriz productiva y para eso hacen falta políticas públicas específicas. Hace falta coordinar el sector privado con el sector público y las universidades. Y hace falta cambiar nuestros propios hábitos como consumidores.