Sube el precio del litio y otros materiales de las baterías de coches eléctricos

El precio de venta de materias primas y componentes clave para las baterías de coches eléctricos harán que irremediablemente el precio de estas se eleve, algo que afectará directamente al cliente final del propio vehículo.

Si hay un material que está en boca de todos en los últimos años, ese es el litio. Esta materia prima es indispensable a la hora de fabricar baterías para coches eléctricos. Después de una continua bajada en los precios de este en los últimos años, ahora el litio vuelve a subir su valor de adquisición y pone en jaque el proyecto de muchos fabricantes de automóviles por alcanzar la cifra de 100 dólares por kWh. 

El pasado 2021 el litio abarató notablemente su precio en un 6% hasta posicionarse en una media de fabricación por batería de 132 dólares por kWh; cifra histórica por lo económico de la misma, ya que apenas un año antes, a finales de 2020, dicha media se situaba en 140 dólares el kWh. Si nos vamos aún más atrás en el tiempo y nos remontamos hasta el año 2010 cuando los coches eléctricos comenzaban a verse, el alto precio de este elemento hacía que el coste por batería fabricada se situase en alrededor de 1.200 dólares por kWh. 

Según pronosticaban los expertos a finales del pasado año 2021 y viendo la tendencia de descenso en su precio estimaron que en 2024 se podría alcanzar la barrera de los 100 dólares por kWh producido, algo que ahora parece alejarse después de comprobar un nuevo ascenso en los costes. 

La enorme acogida a nivel mundial de vehículos a batería ha hecho que la demanda de este material aumente y el precio del mismo a causa de la saturación que sufren las explotaciones activas, de la mano de otros componentes y materias primas también primordiales para la fabricación de estas baterías. China actualmente se enmarca como el primer productor mundial de litio y a día de hoy sitúa su precio de salida a mercado en 36.500 euros por tonelada de litio, es decir, cinco veces más que hace un año. Lo mismo ocurre también con otros materiales como el cobalto, el cual ha doblado su precio en un año y ahora se sitúa en los 62.500 euros/Tm; también el níquel ha elevado su precio en un 15% este último año y ya se sitúa en 18.200 euros/Tm. 

Este encarecimiento notable de elementos indispensables ha hecho que se eleve la factura de fabricación para los diferentes especialistas en más de un 12% con respecto a hace dos años. Esto también se debe a la mejora tecnológica de sus diferentes componentes y el propio diseño de la misma. Esto ha provocado que un pack completo de baterías cueste en China una media de 99 euros/kWh, mientras que en mercados como el estadounidense o el europeo esta cuantía se ve elevada en un 40% y un 60%, respectivamente. Entre los diferentes tipos de composiciones químicas de las baterías, la LFP (fosfato de hierro y litio) es la más económica mientras que las de NMC (cátodos de níquel y cobalto) son un 30% más caras que las anteriormente mencionadas. 

A pesar de este encarecimiento de las materias primas, los fabricantes y expertos creen que esto no será más que un momento de crecimiento de precios puntual, pero también aseguran que aún no se ha tocado techo en cuanto al precio del litio y estiman que durante 2022 este podría encarecerse hasta un 50% adicional. Esto hace tambalearse los planes de muchos fabricantes por alcanzar la mágica cuota de 100 dólares/kWh estipulada para 2024, aunque la mayoría cree aún que esto será una realidad en la fecha prevista. 

La mayoría de marcas y fabricantes esperan que al atravesar esa mencionada barrera psicológica para el 2024, los costes de adquisición de los coches eléctricos podrían situarse de forma paralela al de los propios vehículos de combustión similares. Esto daría un importante empujón a las ventas de estos vehículos aunque, para entonces, hayan dejado de existir las ayudas de compra estatales. No obstante, Global Automotive Executive Survey de la consultora KPMG, pronostica que esta equiparación de precios entre mecánicas no se dará hasta, al menos, el año 2030. Al contrario que otros organismos como el T&E (Transport and Environment) aseguran que dicha equiparación será escalonada y pronostica que se alcanzará en 2025 para furgonetas, en 2026 para SUV y turismos grandes y 2027 para utilitarios y compactos.