Frenos y aceleradores de la Economía Circular

Por Álvaro Hermida. El mundo se está enfrentando en este momento a varias crisis ambientales a la vez. Hay soluciones, pero requieren cambios drásticos

Los grandes niveles de contaminación plástica en los océanos (y en la tierra también) del planeta están motivando un debate cada vez mayor entre los diferentes puntos de vista. Unos, defienden una reducción masiva de la producción de estos materiales.

Otros, en cambio, afirman que el objetivo debería ser reutilizar todos esos recursos y volverlos a poner en circulación, generando riqueza. Por último, como se escuchó a un ponente en marzo de 2019 en la World Petrochemical Conference celebrada en Texas, EEUU, otros defienden que «no existe una crisis de los plásticos«. 

Foto: Una materia prima como cualquier otra, capaz de generar riqueza. (iStock)
Una materia prima como cualquier otra, capaz de generar riqueza. (iStock)

El debate al que nos enfrentamos comparte ciertas similitudes con la transición energética. El avance de las renovables, junto con la posibilidad de autosuficiencia energética y un mercado común más amplio en el que las eléctricas son otro agente más y no las propietarias absolutas, permite que los precios disminuyan (sobre todo teniendo en cuenta el encarecimiento de las energías fósiles, principalmente gas y petróleo) a la vez que genera un mercado más liberal. 

«Tenemos que volver a hacer que el plástico sea ‘fantástico’. Debemos sacar la imagen del plástico en los océanos de la mente del público» 

Este tipo de transformación ‘eco’ ya ha demostrado que cumplir objetivos climáticos y medioambientales que nos hemos autoimpuesto (la Unión Europea se ha comprometido a alcanzar la neutralidad climática para el año 2050) no implica, bajo ningún concepto, renunciar al desarrollo económico. Según un informe realizado por BloombergNEF España es el 5º mercado renovable más atractivo del mundo. De hecho, solo en 2020, la inversión en energías limpias en nuestro país alcanzó los 11.000 millones de dólares (10.441 millones de euros), lo que nos sitúa solo por detrás de China, EEUU, Japón y el Reino Unido. 

Estos cambios, por mucho que algunos de los ‘lobbys’ más poderosos del mundo (el petrolero, por ejemplo) hayan tratado de evitarlo, están provocando un cambio global en la forma en la que generamos, consumimos y legislamos la energía. Pero la crisis climática no es la única preocupación medioambiental a la que nos enfrentamos.

¿Qué pasa con los plásticos?

Como material, estos compuestos son una de las mayores creaciones del ser humano. Dominando su química, podemos fabricar masivamente (y a muy bajo coste) enormes cantidades de objetos que, ahora, parecen completamente imprescindibles. Pero el mayor defecto de los plásticos es, precisamente, su perfección: son resistentes a la erosión, no se descomponen a la intemperie, muchos de ellos son impermeables… y, en el caso de descomposición, solo se fragmentan en minúsculos trozos (llamados microplásticos), pero su química molecular continúa prácticamente intacta. Esto genera una gran preocupación desde muchos puntos de vista, pero principalmente desde el medioambiental y el de la salud.

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‘Pellets’ de plático. (iStock)

En lo que concierne al correcto funcionamiento de nuestro organismo, todavía es escasa la bibliografía científica que pruebe importantes consecuencias del consumo de microplásticos en nuestra salud. A pesar de eso, varios estudios, entre los que destaca este realizado por investigadores de la Johns Hopkins University de Estados Unidos, afirman que el riesgo para la salud humana es una preocupación, sobre todo para aquellos individuos que ingieren mariscos que mantienen su tracto gastrointestinal intacto (como los bivalvos, por ejemplo).

Foto: Basura acumulada en el estrecho de Mesina. (M. Pierdomenico, D. Casalbore y F. Chiocci / Universidad La Sapienza)

4.000 toneladas de desechos plásticos flotan actualmente en el Mediterráneo

Sarah Romero

Una de las grandes diferencias que tiene el impacto medioambiental de los microplásticos es que es más difícil de controlar por los órganos de gobierno que el mercado de los combustibles fósiles (aunque, bajo ningún concepto, controlar este último es fácil). Esto se debe a la enorme cantidad de industrias y sectores que dependen de estos materiales y compuestos. Los plásticos, en su inmensa mayor parte, se obtienen gracias al procesado de hidrocarburos, dando lugar a estos materiales, además de pinturas, gomas, disolventes…. De hecho, según este informe, los plásticos suponen el 80% del mercado petroquímico mundial (otro ‘lobby’ más que considerable). 

Cualquier cambio en la forma y ritmo con la que generamos estos materiales garantiza una reacción fuerte y opuesta de esta multimillonaria industria mundial. Como afirmó un representante de la industria petroquímica a la Profesora Alice Mah, de la Universidad de Warwick e investigadora principal del European Research Council Project, en una entrevista, «estos cambios son el mayor trastorno al que nos hemos enfrentado en nuestra historia. Además, no se trata de un problema de carácter tecnológico, sino social».

Como explica Alice Mah, después de que la UE endureciera en 2018 la legislación contra los plásticos, para evitar su proliferación, y de que en 2019 China prohibiera la importación de plásticos y residuos provenientes de otros países, «La industria petroquímica entró en alerta máxima». Según explica la investigadora, en una conferencia de la industria, un alto cargo en una conferencia titulada ‘El futuro de los polifenoles‘, que tuvo lugar en la ciudad belga de Amberes en 2019, explicó que «tenemos que volver a hacer que el plástico sea ‘fantástico’. Debemos sacar la imagen del plástico en los océanos de las mentes del público». 

Como explica la investigadora, ahora la industria está tratando de adaptarse, apostando por el reciclaje y la reutilización. Esto, es contrario al otro punto de vista (defendido por las organizaciones más ecologistas) que defiende que, seguir produciendo lo mismo (pero reciclar más), es peor que disminuir el uso por parte del público de estos materiales que suponen una amenaza para los espacios naturales del planeta, especialmente los océanos. Esta es una discusión que deberá solucionarse en los órganos legislativos de todo el mundo, pero el ‘lobby’ petroquímico siempre tendrá algo que decir.