El olivino, la posible solución al calentamiento global

Para un geoquímico holandés, la clave contra el aumento de la temperatura está en un mineral que abunda en todo el mundo y que está debajo de nuestros pies. En qué consiste el proceso que eliminaría el dióxido de carbono

Olaf Schuiling es un geoquímico retirado holandés y cree que la solución al calentamiento global está en el olivino, un mineral de color verde que está en nuestro suelo y que se encuentra de manera abundante en todo el planeta. «Permitan que la Tierra nos ayude a salvar a la Tierra», dijo el científico de 82 años en su oficina de la Universidad de Ultrecht.

Según explicó, el olivino tiene la capacidad de eliminar el dióxido de carbono de la atmósfera. Este mineral viene cumpliendo esta función de manera natural desde hace miles de millones de años y la propuesta de Schulling consiste en acelerar el proceso. Su idea es esparcir el olivino en campos y playas y usarlo para diques, caminos y hasta en areneros. «Espolvoree esta piedra triturada y a la larga se retirará suficiente dióxido de carbono para reducir el ascenso de las temperaturas globales», sostuvo al diario The New York Times.
La idea del geoquímico holandés hace parte de una serie de varias propuestas para reducir los niveles de las emisiones del gas causante del efecto invernadero y que son conocidas como soluciones de geoingeniería. Muchas veces fueron consideradas como materia de fantasía, pero la gravedad del problema ambiental es tan alta que ya empiezan a ser consideradas por diversos sectores. Hay otros enfoques que son, a priori, más rápidos y más realizables que la propuesta de Schuiling, aunque más arriesgados.
Algunos proponen crear una suerte de sombrilla alrededor del planeta al esparcir gotitas reflejantes en la estratósfera o rociar agua del mar para crear más nubes sobre los océanos y así reducir la cantidad de luz solar que llega a la superficie. Esto significaría que menos calor fuera atrapado y la temperatura caería. El caso del planteo del geoquímico holandés tardaría décadas en obtener sus primeros resultados y los procesos de minería, pulverización y transporte de millones de de toneladas del olivino producirían grandes emisiones de carbono por sí solos.
Algunos críticos de la geoingeniería manifiestan su escepticismo respecto de que el impacto de estas soluciones sería balanceado. Schuiling lleva años hablando de su idea en Holanda. Como resultado de esta iniciativa, este país se ha vuelto un semillero del olivino. Se puede notar la piedra aplastada en caminos, jardines y áreas de juego. La perseverancia del científico generó una investigación.
Los detractores ven en la geoingeniería un intento por combatir el cambio climático que desviaría a la humanidad del objetivo de eliminar las emisiones de dióxido de carbono que causan el problema en primer lugar. Creen, asimismo, que manipular la temperatura podría traer consecuencias como cambios en las precipitaciones pluviales, que podrían ser catastróficas para algunos y benéficas para otros. También preocupa que sea utilizada de manera unilateral por un país y genere conflictos geopolíticos.
En el Real Instituto Holandés de Investigación Marina, un ecologista investiga la idea de esparcir olivino en el fondo del mar. En Bélgica, por ejemplo, investigadores de la Universidad de Antwerp estudian los efectos del mineral verde en cultivos como la cebada o el trigo.
Por ahora, se destina muy poco dinero a la investigación de la geoingeniería. Las perspectivas de apoyo gubernamental para cualquier clase de prueba en la materia parecen escasas en países como Estados Unidos –uno de los principales emisores de dióxido de carbono del mundo, donde muchos legisladores niegan incluso que un cambio climático esté ocurriendo.